30 septiembre 2006

Era el Tiempo.

Lo cierto es que una vez tuve una profesora de Filosofía, quien aseguraba que en el pasado hubo un hombre llamado Parménides. Este señor estaba empecinado en afirmar que la verdad sólo podía ser alcanzada con el pensamiento, razón por la cual sólo lo real podía ser concebido o expresado (pensado), y lo irreal no.
Es decir que la pensabilidad de una cosa confirma la existencia de esa cosa, lo cual me parece un mero disparate, aunque el asunto se vuelve aún más innecesariamente complejo y extremo; Parménides termina afirmando que: "o hay Ente, o no hay Nada".
La única manera de explicar lo que quiero, es haciendo estos vericuetos que mezclan historia, filosofía, y divague universitario.
Lo cierto es que este Ente tiene unas características que resultan tan complejas como dignas de ser ignoradas, entre otras resaltan las de ser único, inengendrado, atemporal o anacónico, imperecedero e inmóvil entre otras barbaridades que no recuerdo. A estas características me atrevo a agregar otras tantas: incoloro, imposible, inútil, invisible...
Pero atención, porque acá no termina la historia. Después de todas estas características dignas de un Mesías se engendra una cuestión inevitable. Dicho interrogante tampoco podía ser ignorado por quien comandaba la clase de Filosofía: ¿Quién (o qué) era este Ente?.
Algunos alumnos respondieron que Parménides hablaba de Dios, otros tantos aseguraron que Parménides hablaba de Dios (el cristiano, cuál otro si no?) cosa que me indignó profundamente, ya que para la época en que este mortal habitó la faz de la tierra la cristiandad no había sido inventada. Otros insinuaron que no hablaba de nada importante, o que dicho filósofo hacía referencia al éter. Sin embargo yo no respondí a este interrogante, la profesora de Filosofía tampoco, y el libro de Filosofía menos que menos.
Ahora me animo a pensar que todo fué una pérdida de tiempo, y aquel interrogante aún sigue sin ser respondido, apareciéndose ante nuevos alumnados como un callejón sin salida. La profesora debe seguir esperando que algún iluminado pueda persuadirla con una respuesta ingeniosa o medianamente creíble en el peor de los casos.
Supongo estar preparado para responder a ese interrogante, o al menos puedo decir que tengo un respuesta que me resulta sólida. Creo que ese Ente es el señor Tiempo, es decir, es imposible que algo físico reúna esas caracteríticas. El tiempo es único, quién podría negarlo. El tiempo es inengendrado; ¿acaso hay algún testigo del principio del tiempo?. Mi reloj dice que no, yo le creo. Hasta ahora sus padres son ignorados. El tiempo es imperecedero, no se termina, siempre hay un poco más.
Tal vez la característica que hace que mi respuesta se ponga trémula es la de ser atemporal, aunque creo que es algo difícil de explicar, esto no implica que sea incomprensible. El tiempo es atemporal, es decir, el tiempo no es pasado, tampoco es futuro, sino más bien se podría decir que es constante presente. Además se da por sentado que el presente es como un viaje obligado para el Señor Tiempo, ya que el futuro "será" presente y el pasado en algún momento "fué" presente. Si se dieron cuenta, en un punto, estos tres tiempos son lo mismo, pero con diferente consistencia, ya que sólo podemos percibir el presente. Nunca podremos afirmar: "Mirá, ahí está el presente transformándose en pasado, alguien que lo detenga!!!".
Si bien creo que el interrogante ha sido respondido sanamente, intuyo que algo no cierra. Pero no sé que puede llegar a ser.