03 noviembre 2006

El Universo según Yo.

Supongo que en algún momento todos hemos intentado explicar en vano el origen de todo lo que nos rodea. Me apasiona contemplar el firmamento y pensar.
En la escuela nos enseñan (entre otras cosas) la teoría del "Big Bang": de cómo absurdamente de la nada se origina el todo. Pero los cabos sueltos no son de mi agrado, y conformarse con una teoría que intenta explicar lo inexplicable es, en mi caso, inadmisible. Además es una de esas teorías que engendran una postura facilista en quienes las aceptan, creyendo que existe una respuesta concreta a semejante incógnita.
Es obvio que aunque uno se carcoma los cesos intentando responder con una pseudoteoría tan trivial como personal, no se va a resolver el asunto, pero es sumamente enriquecedor (al menos en mi caso) pensar, por ejemplo, en cómo serán las paredes del Universo (en caso de que existan, y en caso de que estén en constante expansión), o pensar qué puede llegar a haber detrás de esas paredes.
Partamos de la teoría del "Big Bang": de un punto de materia densa y llena de energía nacen el Tiempo y el Espacio que habitamos (el universo propiamente dicho). Este Universo comienza a expandirse gracias a la energia contenida y desatada por ese punto de materia densa, cuyo origen se ignora completamente.
Según esta teoría, el Universo aún se expande, haciendo que las galaxias se alejen unas de otras a una velocidad que no me entra en la cabeza. Ahora bien, si el universo se expande, esto implica que éste es albergado por un espacio diferente y obviamente externo al Universo, el cual tiene la capacidad de contener semejante bola de nieve en crecimiento. Por otro lado es una teoría egoísta: ¿porqué no pensar que allá afuera hay otros universos expandiéndose constantemente?. La imagen que se me ocurre para realizar una analogía mediante la cual pueda explicar este disparate es la de un tarro lleno de bolitas. Cada bolita dentro del recipiente representa, en un principio, a un "Big Bang" independiente de los otros, los cuales crecen sin parar. Pero en este caso, el tarro cumple una función de contención limitada, que me sirve para explicar lo que pienso.